Juan Bta. Codina Bas

1375 (8 de noviembre)En esta fecha entraron a habitar el monasterio de San Jerónimo de la Plana de Jávea los monjes: Fr. Jayme Juan Ibáñez, clérigo jurado, de Valencia; JaymeDolentori, de Valencia, religioso ermitaño de San Jerónimo de orden de San Agustín; Juan de Congua, de Denia; Francisco Machanet; Mateo Muntanninas; Juan Vitales; Tomás Carrasquer; Domingo Desplugues, Jaime Desplugues; Nicolás Blasco, Juan Ruiz y Jaime Llopis (doce).[1]

1375  Monasterio de los Jerónimos[2]. La religión Geronimiana de este Reyno de Valencia es hija del mismo Reyno y debe su fundación a el sacerdote Jayme Ibáñez, A Francisco Manzanet, a JaymeDolentori y otros ermitaños valencianos, que habiéndose juntado en el año 1350 en la playa de Xabea y falda del monte Mongó, o cabo de San Martín, (en las inmediaciones donde estuvo el célebre monasterio Servitano de S. Donato) vivían vida eremítica; y deseando ajustarse a una regla que perfeccionase la Religión, en el año 1374 acudieron al Papa Gregorio XI, en solicitud de su deseo, a tiempo que otros ermitaños que habían venido de Italia, y divididos por las Castillas y reyno de Portugal, habían también hecho igual pretensión al Papa. Y precedido del informe que dio el Obispo de Tortosa, concedió el Papa la gracia y regla de San Jerónimo, por su Bula de 13 de octubre de 1374. El Serenísimo señor don Alonso, Duque de Gandia e hijo del Infante D. Pedro, fundó a estos Monges el Monasterio en la playa del mar en el término de Xabea; y estando una noche del año 1386 los monges en oración, una tropa de moros invadió el Monasterio, degolló a su prior el P. Fr. Jayme Ibáñez, y llevó cautivos nueve religiosos, que rescatados y patrocinados del mismo Serenísimo Señor D. Alonso, fundaron el Convento de Cotalva (Dicho San Jerónimo de Gandia) cuyo nombre debió a una Alquería que se decía así y ocupaba el sitio del Monasterio[3]

 

MONASTERIO DE SAN JERÓNIMO DE COTALBA O DE GANDÍA[4]. Año de su fundación 1375

Introducción. I. Lo primero que le ocurre al observador, al viajero, después de haber llegado a un edificio de importancia y haber visto en una mirada a aquel, se pregunta a sí mismo por qué lo hicieron aquí, en qué tiempo se construyó, quién costeó sus obras.

De esto es de lo que vamos a hablar en el presente artículo el cual lo dedicaron al Monasterio de Cotalba, llamado así según unos historiadores porque en el mismo punto donde está éste, existió un pequeño pueblecito que llevaba este nombre.

Y según otros se llamó siempre San Jerónimo de Gandía por haberle dado este título el duque de esta población que fue su fundador y el mismo la donó bastantes rentas para vivir una respetable comunidad.

Se encuentra este edificio situado en un llano cultivado; a distancia de hora y media de Gandía cuya población es cabeza del partido judicial del mismo nombre de la provincia de Valencia.

Pero antes de entrar en la historia de este Monasterio y de hablar después de sus hijos ilustres en virtudes y santidad, conviene hagamos una aclaración que es muy del caso.

  1. Los religiosos Jerónimos no pertenecen a la clase de los monacales, pues hay autores que porque viven fuera de las poblaciones los tienen como a tales. Decimos que no pertenecen a aquellos y si a los llamados frailes por las razones siguientes:

1º porque no tienen regla propia como los Cartujos, los Benitos, Bernardos, Basilios pues observan la regla de San Agustín con algunas particulares constituciones sacadas de las obras de San Jerónimo.

2º en el rezo de maytines no se leen las doce lecciones como se hace en los Monacales y rezan en el breviario Agustino.

Hecha esta pequeña observación antes de entrar a escribir y coleccionar los datos que tenemos de este convento, hagamos su historia.

CAPÍTULO I. Los ermitaños de Jávea. Se lee en la crónica de la orden de Jerónimos que en tiempos muy antiguos en la villa de Jávea antes que se fundase la religión de los padres Jerónimos en unas cuevas cerca de la población y cerca del mar, habitaban muchos ermitaños con muy santa vida y los había de diferentes estados, clérigos y legos, entre los cuales había muchos caballeros de diversos reynos. Estas cuevas en dicha villa se llaman las cuevas santas por la vida de santidad que tuvieron sus primitivos moradores.

La historia ha guardado el nombre de doce individuos[5] de los tiempos que moraban en aquellas cuevas, eran estos:

Jaime Juan Ibáñez, que era presbítero.

Jaime Dalentori

Juan Congua

Francisco Masanet

Juan Vidal

Tomás Carrasquet

Domingo Desplugues

Nicolás Blasco

Juan Roiz y

Jaime Llopis

Los apellidos de todos ellos parecen españoles y si hubo alguno de Italia que fueron los primeros que habitaron en estas cuevas ya habían muerto.

Estos siervos de Dios hacían en aquellas cuevas una vida tan santa y ejemplar que de muchas partes venían a ver a los siervos de Dios, a los santos de Jávea, pues así los llamaban en muchos sitios.

Su ejercicio contínuo en la oración, siempre vivían en silencio y mortificación, hacían trabajos de manos con lo que ganaban alguna cantidad, vivían en una suma pobreza y desamparo. Cuando era grande su estrechez pedían alguna limosna en la villa de Jávea y en la ciudad de Denia, pan y se les daba algunos peces por los pescadores, sacaban sus redes a la orilla del mar pero a estos jamás se lo solicitaban pues veían lo pobres que eran y lo costoso que les era el vivir.

Así vivieron estos pobres ermitaños por muchos años y como la virtud verdadera no puede estar oculta, se fue divulgando la fama de sus virtudes y santidad por todo el Reyno de suerte que andaba de lengua en lengua la fama de sus virtudes.

Todo lo que venimos relatando es por el año 1372, hasta últimos del siglo XIV.

Todos estos ermitaños querían imitar la vida de San Jerónimo y leían cuasi de continuo sus obras, no observaban regla alguna sino prácticas en lo más puro los mandatos y observancia del santo evangelio.

Juntábanse algunas veces a discutir sobre del modo que vivía cada cual y los más prudentes creían que llevaban una vida libre y arraigada y pensábanse que sin la autorización del Romano Pontífice y hacer votos estaban expuestos  a que cualquiera se cansase y yendo a vivir en el bullicio del mundo perdía en pocos días los servicios que había hecho a la causa santa, pues todo lo que se venía haciendo era sin voto de obediencia y solo por el deseo de caminar a la perfección y por conseguir la salvación de su alma.

Varias veces se exhortaban unos a otros con largas pláticas para que el pecado no tuviese cabida en aquellas grutas ni en la sociedad de hombres en que vivían.

Así pasaron muchos años hasta que conociendo los peligros de la vida que llevaban por las muchas gentes que iban y venían a visitarles y conociendo las grandes ventajas que conseguirían en la vida cenobita y monástica, mayormente siendo su principal designio y fin el de imitar los gloriosos hechos del santo de su verdadera devoción San Jerónimo y considerando que había sido anacoreta y en ella perseveró hasta su muerte se determinaron a vivir la Religión formando los tres votos esenciales y de este modo resucitar la religión que observaba el gran San Jerónimo en Belén.

 

 

 

En vista de la opinión unánime de todos los ermitaños de vivir en regla determinaron el hacer las diligencias que condujesen a vivir en comunidad y ser regidos todos por la misma ley para lo cual determinaron suplicar al Papa les concediese bula para instituir o imitar la orden y religión bajo la advocación de San Jerónimo a quien tantos años hacía imitaban en su manera de vivir.

Todo esto ocurría por el año 1374.

Estaba entonces la Silla Apostólica en Aviñón de Francia desde que Clemente I la pasó a aquel reyno por complacer el Rey de Francia. Regía la nave de San Pedro por aquel tiempo el Papa Gregorio XI el que cuatro años después pasó la Silla Apostólica a Roma.

Determinados ya nuestros ermitaños de poner en ejecución su Santo instituto encomendaron repetidas veces este negocio a Dios rogándole muy de veras pudieran conseguir por el Vicario de Cristo el fin que se proponían.

Juntáronse y determinaron los que había de ir a Aviñon para solicitar la bula que la religión que deseaban instituir; pues todos se excusaban unos por no salir de la soledad de sus cuevas, otros por su humildad, por lo cual se vino a convenir que fueran elegidos por votos y salieron electos para aquella comisión tres de ellos y fueron Jaime Juan Ibáñez, Jaime Dolentiri y Juan Congua.

El Jaime Juan Ibáñez era presbítero y los otros dos legos, quisieron excusarse de aquella comisión pero no lo consiguieron.

Dispusieron los tres para el viaje; rogaron muchas veces a la Santísima Virgen les asistiese y al Padre San Jerónimo para tener un buen éxito, lo mismo hicieron los que se quedaban, ayunaron y oraron mucho pues todos tenían gran interés en la empresa. 

No dice la crónica si el viaje fue por mar o por tierra; se viene a creer que fue por mar, porque en aquel tiempo estaba en guerra toda la corona de Aragón y creemos sería por mar porque había muchos barcos de vela que venían desde Marsella al puerto de Alicante y desde Marsella a Aviñón está muy cerca pues no llega ni en mucho a 12 leguas.

Llegados a Aviñonpidieron audiencia la Romano Pontífice y entraron los tres ermitaños en la audiencia del Papa con la mayor humildad, le besaron el pie y con la mayor modestia hicieron su pretensión de levantar en España una religión a su Padre San Jerónimo.

Admirado quedó el Papa de la petición y súplica de aquellos ermitaños y en lengua latina les dijo: “Verdaderamente no puedo menos de admirar la pretensión que habéis traído porque siendo españoles y viniendo de España veo que ignoráis que habrá como diez meses que otorgué bulas a otros hermanos ermitaños de España que llevaban el mismo hábito que vosotros para levantar una religión a San Jerónimo[6] en los Reynosde España y les concedí lo que pedían recibiendo el hábito y profesión de sus manos y vosotros me suplicáis lo mismo, os haré la misma gracia.”

Admiraron los ermitaños tanta benignidad en el Papa y tenían como cosa milagrosa cuanto les había ocurrido y atribuían a que Dios había dispuesto el corazón del Pontífice con diligencias sobrenaturales para que sin repugnancia lo concediera.

La una fue la revelación de Santa Brígida le había dicho algunas veces a este Papa que en España se había de resucitar y levantar como de nuevo la religión de San Jerónimo.

Y lo que había sucedido entre revelación a Fray Tomás Sancho Suecho que en España se levantaría la misma orden que en Belén observa el santo doctor Jerónimo.

Nuestros tres ermitaños volvieron a arrodillarse a los pies del Pontífice, besaron de nuevo los pies y dieron repetidas gracias por el gran favor que les hacía.

Después de haber mirado el Pontífice algunos documentos que le trajeron dijo:

Que el día 18 de octubre del año anterior, esto es 1373 vinieron unos ermitaños que habitaban en una ermita de Castilla llamada San Bartolomé de Espinosa[7] pidiendo lo mismo que ellos de levantar la religión de San Jerónimo lo que les concedió de buena gana y pidiendo ellos lo mismo les daría facultad para que se reuniesen con ellos y formaran todos una religión”

Todos estuvieron conformes y dieron las gracias a Su Santidad por el favor que les hacía y prosiguiendo la súplica le informaron que en los Reynos de Aragón, Valencia y Castilla había muchas personas que deseban entrar en la religión que pretendían fundar o renovar para lo cual suplicaron a Su Santidad que se dignase de cumplir lo que solicitaban lo que también concedió el Papa.

Tomando pues parecer del Santo Colegio de Cardenales les dio una bula auténtica y patente en que les dio licencia y facultad de levantar un Monasterio y otros tres más bajo la invocación de S. Jerónimo que habían de tener la religión que concedía que el hábito fuese de lana como se les había concedido a los de San Bartolomé de Espinosa y dicen dichas constituciones que tomasen de las de Santa María del Santo Sepulcro de Florencia ciertos capítulos los que les pareciesen más convenientes y además observaran la regla de San Agustín. Que mientras se levantasen los monasterios y aún después de formarlos sino tuviesen otro modo para mantenerse que pudiesen pedir limosna a los frailes y que no fuesen a son de campanilla.

Que esta bula sea notificada a don Guillem Obispo de Tortosa y que este hará diligente información del modo de vivir y buen ejemplo de los tres suplicantes y de los nueve que quedaban en la Plana de Jávea y hallándoles de buena vida y competente virtud les pueda vestir el hábito antes dicho y también admitirles a la profesión señalándoles Prior por aquella sola vez y les da facultad para que ellos elijan los priores en adelante pero que no lleven más de tres años en sus cargos o oficios, pasados los cuales elijan a otro o al mismo que acabó y que puedan a más del presente fundar otros tres más con las mismas condiciones que el primero y que cada uno haya de tener a lo menos 12 religiosos.

Esta bula la concedió y expidió el Papa Gregorio XI el cuarto año de su pontificado en Aviñón (gratis de pro Deo)

El día 1 de agosto de 1374 y se guardaba en el archivo del monasterio en el cajón de gracias especiales.

CAPÍTULO II. Fundación del Monasterio de Jávea.

Con indecible alegría y contento se despidieron del papa los tres ermitaños y besaron por última vez su pie.

Tomaron el camino de Marsella y de allí se embarcaron para Valencia y Denia, hay tradición que en el viaje padecieron muchos trabajos por fuertes tempestades en los mares.

Contaban las horas los nueve compañeros residentes en Jávea de la llegada de los tres que venían desde Aviñon, que por viajeros llegados de Marsella sabían que vendrían lo más pronto posible.

Llegaron estos por fin a su presencia y no cesaban de darse tiernos abrazos, dando gracias a Dios Nuestro Señor por el gran beneficio que se les había hecho para cumplir sus deseos que todos era el verse al principio del Santo hábito de su padre y protector San Jerónimo y comenzar con gran fervor el instituto y el cumplimento de su regla.

Antes de un mes partieron los tres comisionados Jaime Juan Ibáñez, Jaime Dolentiti y Juan Congua pasaron a Tortosa para presentar a su obispo don Guillem las Bulas del Papa Gregorio.

Llegaron a Tortosa a la presencia del obispo y con gran humildad le presentaron los despachos que traían del Romano Pontífice y viéndolos tan favorables a la modestia y compostura de los que le entregaban y satisfecho de ver y notar la virtud y santidad de las respuestas de las preguntas que les hacía para descubrir en su espíritu y hecho cargo de todo lo que en los despachos traían determinó de venirse con ellos personalmente al Reyno de Valencia y cumplir con puntualidad todo lo que en las letras de le mandaba.

Partieron pues con el Obispo al Reyno de Valencia en donde comenzó este prelado a hacer averiguaciones rigurosas del modo de vida y costumbres de los doce ermitaños de la Plana de Jávea sin dejar las cosas más mínimas por indagar. Pero cono ya años se había extendido a buena fama de sus virtudes y santidad por todo este Reyno halló el obispo tanta virtud en ellos que quedó convencido hasta la evidencia.

Hechas estas diligencias llamó el Obispo a los doce ermitaños y les leyó con toda claridad lo que venía en la Bula y preguntándoles si se determinaban a cumplir y practicar aquel modo de vivir conforme venía de Su Santidad, si querían vivir como religiosos bajo la regla de San Agustín tonel hábito que se les señalaba, prometer obediencia, castidad y pobreza para siempre.

Respondieron todos los doce Si. Y que estaban muy contentos de ser religiosos de la regla de San Agustín teniendo como jefe de ella a San Jerónimo; de vestir el hábito que se les mandaba y observar y cumplir todo lo que Su Santidad había otorgado en su bula.

En virtud de lo cual el Obispo los recibió a la religión vistiéndoles por su propia mano el Santo Hábito y después les dio la profesión como comisario Apostólico y delegado del Papa. Todo lo referido fue en 12 de diciembre de 1374.

Muy contentos quedaron nuestros ermitaños por haber conseguido cuanto deseaban y ser profesos de la regla que apetecían abrazar durante los días de su vida. Pidieron al prelado su santa bendición prometiendole el cumplimiento de su observancia y marcharon otra vez a habitar las cuevas de Jáeva. Nombraron como a prior a Fray Jaime Juan Ibáñez que era sacerdote y de conocida prudencia, buen celo y gran virtud.

Con gran pobreza vivían nuestros pobres ermitaños en sus cuevas y como ya tenían por la bula que habían recibido digámoslo así una vida legal su primer pensamiento fue el edificar un pequeño Monasterio.

Veían que para llevar su pensamiento adelante necesitaban fondos de los cuales carecían.

Se entregaron para conseguir estos medios y la edificación del Monasterio a una continua oración.

Pero como Nuestro Señor había determinado que se plantase en España la religión de los Jerónimos comenzó por medios indirectos a proporcionarles algunos remedios lo cual escribiremos en el capítulo siguiente. 

CAPÍTULO III. El Señor Duque Real les da territorio en la Plana para edificar un Monasterio.

Vivía en aquel tiempo en su palacio de Gandía el señor Don Alfonso de Aragón, Duque de Gandía, llamado también el Duque Real que después diremos quién era este señor. También era Marqués de Denia y sabía éste la vida tan austera y penitente de los ermitaños de Jávea, y que habían ido a Aviñón y habían conseguido bula muy favorable para establecer la orden de San Gerónimo de España, con esta noticia le vino el deseo de verles y tratarles y saber si las buenas noticias que habían llegado a sus oídos de sus virtudes correspondían a lo que tanto se decía y determinó llamarles para conocerles a su villa de Gandía. Lo cierto es que les trató y conoció su mucha virtud y el espíritu de Dios que por mil partes se manifestaba en aquellos pobres religiosos y como hombre tan cristiano comenzó a inclinarse a favor de ellos.

Supo este señor en la precisión que se hallaban de haber de edificar un Monasterio para plantear la religión y en su imposibilidad que se hallaban de comenzar sus obras por hallarse de suma pobreza y movido de tan buena voluntad les señaló territorio en la Plana de Jávea y prometió su asistencia y dar fondos para comenzar el edificio.

Animados los Padres con este tan generoso socorro comenzaron por sus manos y las de otros buenos cristianos que por caridad les ayudaban a juntar materiales, abrir los cimientos y comenzar las obras; crecían éstas notablemente a medida del buen deseo de los fabricantes porque se aplicaban mucho al trabajo sin alguna hora de reposo.

No sabemos cuanto tiempo duró la obra solo se sabe que por un libro muy antiguo que había en el Monasterio de Cotalba o de Gandía duró muy poco tiempo porque era todo fábrica muy humilde y pobre.

Concluyóse con tanta brevedad esta fábrica que siendo así que cuando el señor obispo de Tortosa les dio licencia para edificar Monasterio, y por no haberle les señaló solo Presidente al Padre Ibáñez, y fue a 12 de diciembre de 1374 en que estuvieron en Aviñon, y en diez días del mes de noviembre del siguiente año 1375 requirieron los padres fueran al dicho señor Obispo diciéndole como tenían su Monasterio con todo: esto es el claustro, campanario, dormitorio e iglesia y otras oficinas conducentes al bienestar en el Monasterio y así que suplicaban a Su Ilustrísima se sirviese señalarles Prior por aquella vez como Su Santidad lo mandaba. Y pareciendo la información que el Obispo de ser así nombró por primer Prior al Padre Jaime Juan Ibáñez que había sido presidente cuyo nombramiento se hizo con las solemnidades mandadas en el derecho canónico en el expresado mes día y año.

Según se puede inferir de lo que llevamos escrito las obras del Monasterio se hicieron en el tiempo de once meses y entre tanto se acomodaron los Padres en unas fábricas que había allí cerca como dice la crónica de que eran las fábricas.

Entraron estos santos monjes en el nuevo y pequeño Monasterio en el mes de noviembre de 1375 y comenzaron a practicar una vida de santos asistiendo a coro y a los demás actos de comunidad con sumo cuidado y observancia que de todos los que les visitaban se hacían en grandes alabanzas y todo esto llegaba a noticias del Duque pues se mostraba gran partidario de los nuevos monjes y procuró el seguir paso a paso todos sus movimientos. Antes de la donación que hizo el duque del pequeño lugar de Cotalbay su término al Prior y comunidad de San Gerónimo en el año 1388 que ya habíanse vuelto de su cautiverio como veremos en el capítulo siguiente.

Vivieron nuestros primeros Padres fundadores en el Monasterio de la Plana desde el mes de noviembre del año 1375 hasta el año 1387 en que sucedió la desgracia de ser cautivos y transportados a Argel y Bugía.

CAPÍTULO IV. Cautivan los piratas moros a los Religiosos de la Plana, roban el pequeño Monasterio y se los llevan a Bugía.

Estando muy descuidados los religiosos de Jávea, pues no esperaban ninguna mala acción y no se empleaban más que en la oración y práctica de la regla.

Cierto día sintieron a deshora de la noche una gran algazara de moros con grandes golpes rompieron las puertas de entrada del edificio con gran ferocidad se apoderaron de todos ellos, maltratándolos con golpes desapiadados les obligaron a toda prisa a caminar a la goleta que estaba surta a la orilla del mar; y fue tal la crueldad de aquellos bárbaros en golpear a los pobres religiosos que uno de ellos falleció antes de llegar a la embarcación que en el mar les esperaba. No da noticias la Crónica de Cotalba de cómo se llamaba.

Entre tanto los que quedaban dueños del monasterio lo robaron rigurosamente y destruyeron lo poco que en él encontraron.

Era la galeota de la ciudad de Bugía de África. No nos determinamos a creer lo que se ha dicho respecto a quien tuvo la culpa de que fuese asaltado el Monasterio, que fue éste un criado de la casa y repetimos que no nos determinamos a creer esto.

Ocurrió el asalto que hicieron los piratas al Monasterio según datos bien tomados el año 1387 pero no se ha podido averiguar el día.

Los religiosos que se llevaron cautivos fueron nueve y uno de ellos era el prior Padre Jaime Ibáñez y el otro que mataron en el camino.

Llegó esta triste noticia al día siguiente a los vecinos de Jávea, los cuales se indignaron de gran manera y después fue sabedor de ello el Señor Duque el cual era el fundador de dicho Monasterio lo que sintió notablemente por la mucha devoción de tenía a esta casa y el gran aprecio que profesaba a sus monjes y propuso con voto interno el rescatarlos por cualquiera cantidad que se pidiese pues le era altamente doloroso el pensar de vez en cuando el paradero que les esperaba a aquellos pobres religiosos.

Antes de entrar a hablar del rescate de estos religiosos conviene digamos algo de quien era Don Alfonso de Borja, llamado el Duque Real de Gandía.

Llamábase el Duque Real porque era por línea recta de la Real Casa de Aragón; nieto del Rey D. Jaime II, hijo del infante D. Pedro que renunciando sus estados en su hijo D. Alfonso se entró en la religión de San Francisco tomando el santo hábito el cual llevó hasta que murió y de este Padre tan santo heredó nuestro fundador no solo los ricos estados que poseía sino la piedad y religión con la que hizo tantas obras buenas al servicio de Dios.

Fue el primer Duque de Gandía, conde de Ribagorza, Marqués de Denia, Marqués de Villena, Condestable de Castilla, Señor de Callosa y de las montañas de Sarriá de la Baronía de Palma y Ador de otros.

A este señor le tocaba la corona de Aragón por muerte del último Rey de esta casa, don Martín el Humano el cual era sobrino suyo que falleció en el año 1410 y habiendo enviado sus embajadores a Caspe en donde estaban los nueve electos de los tres Reynos de Aragón, Valencia y Cataluña para dar la corona a quien le correspondiese, sabiendo que el Duque estaba decrépito en la cama y sin sucesión masculina porque ya había muerto el Duque Don Alfonso, su hijo sin sucesión: dijeron que el Duque Real no decía de pretender la corona sino para la otra vida y por este motivo se la dieron al infante don Fernando llamado el de Antequera porque era hijo de doña Leonor, hermana de D. Martín y de D. Juan I de Castilla lo que sintió mucho el conde de Urgel que era uno de los pretendientes de aquella corona. Y encontrando el conde de Urgen un día en la calle a San Vicente Ferrer que fue el principal del compromiso de Caspe, le llenó de muchos vituperios y de no menos insultos y San Vicente respondió: “No tenéis razones para decirme lo que me decís, pues sabéis que el verdadero derecho corresponde al Duque Real de Gandía”.

Casó el señor Duque don Alonso con doña Violante de Arenós, también señora de estirpe real porque era nieta de don Pedro de Aragón, conde de Ribagorza y Ampurias, y de la infanta doña Juana de Fos, previniera del rey don Jaime II de Aragón y de la reina doña Blanca de Nápoles, abuelos del Duque de Gandía.

Esta señora está enterrada en el convento de Cotalba en la capilla de Santa Ana que entonces se llamaba de la Virgen María y los monjes de este monasterio la llamaban la capilla del señor Duque. En esta capilla están enterrados ocho cuerpos de los descendientes del señor Duque de Gandía entre hijos y nietos y en la urna que está en dicha capilla pero más de un estado de alta, en la pared están enterrados Don Juan y Doña Blanca, hijos del fundador de Cotalba que murieron en tierras en donde era este señor.

El principal hijo que tuvo el fundador heredó sus estados, fue el que llamaban como su padre Don Alonso de Aragón. Este casó con doña María, infanta de Navarra, hija del Rey Don Juan de Navarra y de la Reyna doña Blanca su mujer.

Le trajo la infanta 30.000 florines de Aragón que entonces era gran suma.

Para asegurar esta dote señaló el señor fundador varias pensiones, porque si la infanta moría sin hijos se había de restituir a Navarra por estar vinculado.

Las pensiones eran Real de Gandia que entonces se llamaba Engoso, Beniopa, Benipeixcar, Benicanena, la alquería nueva que se llamaba FornetAlcodar. Castelló, lugar de Ondara y el empeño del lugar de Guadalest, el término de Palmera y los lugares de Alfahuir y RafaletBonimiva. Murió la dicha infante sin sucesión en 23 de marzo de 1415.

Tuvo también el señor fundador una hija llamada Doña Juana de Aragón y Areaños; esta casó con D. Juan Ramón Folche de Cardona, segundo conde de Cardona y Almirante de Aragón, se contrajo este matrimonio el año 1377 y el Duque joven, hijo del fundador del Monasterio murió sin hijo el año de 1425 y no quedó descendencia de varón y si solo la de la señora doña Juana que según hemos dicho casó con el Conde Cardona.

En un libro que escribió Don José Pellicer[8] puso la descendencia por línea femenina del señor Duque de Gandía y es como sigue:

Esta señora doña Juana de Aragón y Arenós que como se ha dicho casó con el Conde de Cardona tuvo entre otros hijos a doña Juana que heredó la casa y a don Hugo Falep de Cardona que sucedió en los estados de Guadalest a su abuelo el Duque Real casando con doña Blanca de Joy y de Navarra dio principio a los Almirantes, Marqueses de Guadalest que hoy conservan la Baronía de Cardona.

El otro hijo de esta señora doña Juana de Aragón y nieto también del primer duque fue don Juan Ramón Falep de Cardona por otro nombre don Celedonio Arnetyn Ferrer conde de Cardona casó con doña Juana de Aragón llamada doña Gonzalba Genoveva de Arenós hermana de la señora doña Margarita de Prados, Reyna de Aragón y mujer del rey don Martín último rey de Aragón y último varón de la Real Casa. Del matrimonio tuvo a don Juan Cardona por hijo a Don Juan Ramón Faletes de Cardona, tercero de este nombre, Conde de Prados, etc., etc. Embajador de Roma de Calixto III por el año 1455 por el Rey don Alonso V de Aragón, Almirante de Aragón, Teniente general en Cataluña por el Rey D. Juan II en el año 1463 fue virrey de Sicília en el año 1470 del de Cerdeña 1478, casó con doña Juana de Aragón, condesa de Folx y Princesa de Viráis y procrearon a don Juan Ramon Folx quinto conde de Cardona y primer duque de Cardona, casó éste en 1486 con doña Aldonza Enríquez de Quiñones, hermana de la señora Reyna de Aragón doña Juana Enríquez de Cardona, madre del Rey Católico, hijos los dos de don Fadrique Enríquez almirante de Castilla. De este matrimonio nacieron dos hijos (entre otros) el primero fue don Fernando Folx segundo Duque de Cardona cuyos estados pasaron por  hembra a los duques de Segorbe y todos juntos pasaron por casamiento a los Marqueses de Comaes de la casa de Cardona que hoy los posee el duque de Medinaceli en Segorbe.

Tuvo también el señor fundador don Alonso Real una hija que se llamaba doña Violante de Aragón la cual renunciando los placeres del mundo entró religiosa de Santa Clara en el convento de Valencia, orden de menores que entonces se llamaba de Santa Isabel y Santa Clara, hoy de la Puridad cuyo convento desapareció en 1886.

Allí tomó el hábito esta sierva y fue abadesa y falleció en el mismo convento.

El señor Duque don Alonso Real murió en Gandía el día 5 de marzo del año 1412.

CAPÍTULO V. Redime el señor fundador los religiosos que estaban presos en Bugía y vuelven a su monasterio.

Queda dicho anteriormente que los piratas moros se llevaron cautivos a Bugía a los religiosos del monasterio de la Plana los cuales eran nueve y a uno lo mataron en el camino y quedaban ocho cautivos.

Así que tuvo noticia de todo el señor Duque de Gandía determinó negociar su rescate aunque fuese a costa de grandes sacrificios

El concierto se hizo según se ve por un libro antiguo del Monasterio de Cotalba por medio de un mercader de Valencia y se logró pronto su rescate porque habiendo sido cautivados en el año 1387 sin saber en qué mes ya en el mismo año en 5 de noviembre se entregó el dinero del rescate de seis religiosos lo que costó por una apoca de Pedro Bander, mercader de Valencia al padre Jaime Ibáñez, prior que entonces era.

De aquí se infiere que el prior Ibáñez o le habían dado libertad antes o juntamente con otro o habían desembolsado el dinero en Bugía con antelación.

Los nombres de los seis que redimieron eran Fran Juan Tomás, Fray Bartolomé Alfayari, Fray Tomás Carrasquet, Fray Juan Conca, Fray Juan Falcó y Fray Guillem Berenguer; de estos seis solo hay dos[9] de los doce primeros fundadores y el prior. Tres costaron la cantidad de dos mil cien doblones y otras monedas cuya cantidad era entonces grandísima, pagó el Señor Duque con gran liberalidad por el amor que les tenía.

Habiendo llegado estos religiosos de la Bugía libres del cautiverio a su Monasterio de la Plana, fue universal la alegría de aquellos vecinos y la de los pueblos del contorno, muchas personas marcharon a darles la enhorabuena porque era mucho el cariño que se les profesaba.

Fueron todos a dar las gracias al Señor Duque besándole las manos por tan gran beneficio. El Duque los recibió con mucha alegría consolándoles y preguntándoles muchas cosas de su trabajo y cautiverio y los religiosos todo se lo refirieron a Su Alteza escuchándoles con gran gusto, pero cuando llegaron a mencionar el peligro del sitio en que estaba el Monasterio de la Plana tan expuesto a los arrebatos y correrías de los moros, tanto de mar como de tierra, porque habían muchos de ellos en este reyno que cada día habían miles de traiciones y revoluciones, les vio este príncipe el Duque tan escarmentados y temerosos que les preguntó si querían mudar de sitio a lo cual respondieron muy humildes que tenían muy en memoria los muchos y grandes beneficios que habían recibido de su mano y le rogaban les diese sitio en otra parte, pues peligraba en gran manera que volviesen a repetir el acto con otro secuestro.

El Duque respondió que les daría otro sitio. 

Se despidieron besando de nuevo las manos saliendo todos contentos y alegres por haber visto a su bienhechor y por la promesa hecha.

Viendo el Señor Duque lo acobardados que estaban los pobres ermitaños del cautiverio y teniendo presente la súplica que le habían hecho de mudar de aquel sitio tan arriesgado, continuando su piedad y largueza determinó consolarles dándoles sitio en otra parte mejor y más segura para que allí edificaran otro monasterio.

Sacó primero licencia del obispo de Valencia don Jaime para trasladar el Monasterio de la Plana al lugar de Cotalba, lo que concedió el 2 de marzo de 1388 y después lo confirmó el Papa Clemente VII en 22 de abril de 1492. Este papa fue “porque ocurre esto se pasó el que eligieron los Cardenales franceses en Roma, después de haber protestado la elección de Urbano VI que pasó a Aviñón comenzando el funesto cisma que duró 70 años y después de éste eligieron al pala Luna de quien tenemos muchos privilegios y es declarado anti papa.

Concedida la licencia de mudar al Monasterio del Obispo de Valencia y antes que nos hiciera la donación del lugar de Cotalba mandó el Señor Duque fabricar un pequeño Monasterio en el lugar de Cotalba en el sitio que ocupan hoy las caballerizas de los mozos de la labranza. En la plaza de dicho sitio conocido, dice el cronista antiguo deCotalba, un claustrillo que tenía tres arquitos por cada lado y servía de pajar; tenían su iglesia, portería y torre para las campanas que es lo único que ha quedado, todo muy pequeño y desacomodado y aquí y en las casillas que dejaron los moros (que mandaron pasar a otra parte) habitaron los monjes mientras duró la fábrica del Monasterio la que se vivió hasta el último día.

Venidos los religiosos de la Plana al lugar de Cotalba se acomodaron como pudieron en aquel pequeño monasterio que se estaba edificando en las malas casillas que habían dejado los moros cuando de allí salieron.

El señor fundador mandó se hiciese de obra todo lo que era menester y dio además cuanto fue necesario para comer y vestir sin permitirles que lo mendigasen con lo cual les tenía sumamente contentos a los religiosos; mandó juntar muchos materiales para la obra a los moros circunvecinos que amasasen cal a lo cual eran muy entendidos. La madera la mandó traer de Villena que también era Señor de aquellos estados, mandó para dirigir la obra a un caballero suyo, mayordomo de su casa, que se llamaba Mosen Pedro Marale, persona muy entendida.

Comenzaron las obras de esta casa con mucho fervor informándose el Señor Duque diariamente de su estado. No estaban los religiosos ociosos en el trabajo, pues eran tan activos que parecían personas alquiladas. Decían por la mañana muy temprano las horas del rezo después su misa y aseguida al trabajo.

La fábrica se comenzó en 1388 como se nota en una piedra con letra gótica que se ve en la torre de las campanas.

Viendo el señor Duque que esta comunidad estaba bajo su amparo y protección, pero sin tener un palmo de tierra que cultivar para su sustento les hizo una amplia donación intervivos del lugar de Cotalba con todos sus términos que es la principal posesión que tenían con la cual había suficientemente para mantener la casa.

Recibió esta donación Bernardo Garrigues, escribano, el día 24 de octubre de 1390 en ella se señalaban los lindes que tiene la donación por cuatro partes, en donde consta que el lugar y Alquería de Cotalba, entonces dentro del término de la Baronía de Palma y después pasó dicha Baronía a su término a ponerse en los Términos Generales de la villa de Gandía, como veremos más adelante en el año 1406 en el cual dicho fundador unió esta Baronía a la de Palma con todos sus términos como señor de ella y de su villa de Gandía.

 

 

[1] De la lápida existente en la ermita de Ntra. Sra. de los Ángeles de la Plana de Jávea.

Cruañes Signes, Godofredo.  Op. Cit. pag. 17

Palau Diego, Francisco. El Llobarro. Anales de Denia y su comarca. Pedreguer, 1983. pag. 120

Codina Bas, Juan Bautista Desde Jávea. Valencia, 1985, pag. 165-166

[2]Diario de Valencia, 6 de enero de 1792.

[3]Escolano, Libro 9, cap. 24 y 25. col. 1190 y 1191

Padre Josef Sigüenza. “Historia de los Padres Jerónimos

Boix, Vicente. Noticia histórica del Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles de la villa de Jábea. Denia, 1864

[4] Si bien el texto manuscrito del Padre Sucías puede contener alguna inexactitud lo hemos transcrito y lo incluimos por contener un estudio amplio sobre los orígenes de este monasterio. Pedro Sucías. Tomo 46 (Monasterios) pàgs. 15 y sgtes. (en Biblioteca Municipal Central de Valencia)

[5] Si el P. Sucías habla de doce, en la relación solo nombra a diez. Los que faltan en esta relación son Mateo Muntanninas y Jaime Desplugues. Puede verse la relación en

Palau Diego, El Llobarro. pag. 120

Codina Bas, Juan Bautista Desde Jávea. Valencia, 1985, pags. 165-166

[6] A mediados del siglo XIV surgen espontáneamente varios grupos de eremitas que deseaban imitar la vida de San Jerónimo. Entre ellos destacaron Pedro Fernández Pecha y Fernando Yáñez de Figueroa; deciden organizarse, y el 18 de octubre de 1373 el papa Gregorio XI les concede la bula por la que otorga a estos ermitaños la regla de san Agustín, siguiendo la espiritualidad de san Jerónimo. En Luliana (Guadalajara) se fundó la orden de los Jerónimos en España sobre una pequeña ermita consagrada a San Bartolomé.

[7]En Luliana (Guadalajara)En este monasterio se fundó la orden de los Jerónimos en España. En su origen en 1330, fue una pequeña ermita consagrada a San Bartolomé. En 1370 se convirtió en un gran monasterio de la orden de los Jerónimos. Su estilo es renacentista. Estuvo protegido por los Mendoza, señores de Gualadajara. La desamortización hizo que los monjes la abandonaran y pasó a manos privadas.

[8] José Pellicer (Zaragoza, 1602-Madrid, 1679) Escritor español. Fue consejero real y cronista honorífico de Castilla y León (1624) y de Aragón (1640). Es autor de memoriales genealógicos y de poemas (El Fénix, 1630; La Astrea sáfica, 1641). Su mayor aportación a la literatura son las Lecciones solemnes a las obras de D. Luis de Góngora (1630).

[9] Son Fray Tomás Carrasquet y Fray Juan Conca (Congua).

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