Artículo publicado por David Gutiérrez Pulido en La Marina Plaza el 12 de abril de 2019
El año 2019 nos trae el recuerdo y la conmemoración del primer centenario de la última visita que realizó el pintor Joaquín Sorolla y Bastida a las tierras y poblaciones de la Marina Alta. Gracias a una carta redactada a su esposa Clotilde García del Castillo el 14 de enero de 1919, sabemos de la excursión que realizó Sorolla junto con el pintor Emilio Varela, entre otros, a poblaciones como Benidorm, Calpe, Dénia, Jávea y Gata de Gorgos. Pero vamos a poner en contexto esta última visita.
1.- Sorolla en Xàbia
Joaquín Sorolla visitó por primera vez la costa de la Marina Alta en octubre de 1896. Desde Valencia viajó a Dénia, en donde pasó una noche, para después desplazarse a Xàbia y quedarse allí durante 13 días. La segunda estancia la hizo entre el 6 y el 25 de junio de 1898. Estas dos primeras visitas las realizó solo, pero en el verano de 1900 y de 1905 volverá junto con su familia, ya no solo para pintar sino también para disfrutar de unas vacaciones. El resultado de estas estancias en la población será una producción nueva en su pintura, un cambio en donde el naturalismo brilla con una intensidad de colores surgiendo así un nuevo estilo caracterizando a Sorolla y llamado el Iluminismo.
En la página web www.sorollajavea.wordpress.com podréis localizar un museo virtual con todas las obras que realizó en Xàbia, no obstante algunos de sus cuadros más famosos son El Cabo de San Antonio (1896. Colección Pons Sorolla), El Algarrobo y La Caleta (1898. Colección particular), Transportando la uva (1900. Colección Massaveu), Encajonando las pasas (1900. Colección particular), Fin de la jornada (1900. Colección particular), La Noria de Jávea (1900, Museo Sorolla), Clotilde y Elena en las rocas de Jávea (1905. Colección particular), Rocas del cabo (1905. Hispanic Society de Nueva York), Nadadores de Jávea (1905. Museo Sorolla), La Isla del Cap San Martin (1905. Museo Sorolla) o el recientemente subastado Chico con sombrero (1905. Colección particular).
2.- ¿La huída de Sorolla?
Se ha dicho que Sorolla huyó estrepitosamente de Xàbia por un hecho tormentoso en el que el novio de la criada de la familia, acudió a esta población para asesinarla ante las sospechas de haber sido amante de Sorolla y, aunque afortunadamente no llegó a acometer tal atrocidad, sí le dejó malherida en la espalda de un disparo, mientras que el celoso novio se suicidó a las puertas de la residencia en donde se alojaban los Sorolla. El hecho sobrecogió a la familia. Así lo contaba el mismo Sorolla a su amigo Pedro Gil el 30 de agosto de 1905:
“He tardado mucho en escribirte porque desgraciadamente he tenido que sufrir unos tres días en cama, debido a mis molestias, pero gracias a Dios todo paso bien, pero cuando ya iba a levantarme de la cama, ocurrió un sangriento drama de cuyo triste suceso aún seguimos impresionadísimos todos y Clotilde bastante afectada.
Serían las 7 de la mañana; estando todos aún en la cama oímos tres tiros, gritos, corridas y, como yo no podía levantarme de la cama, lo hizo Clotilde, y figúrate la escena; nuestra cocinera tenía un novio en Madrid, era guardia civil, éste se presentó en Jávea (cosa que ignoramos) y muy cerca de casa (cincuenta metros escasos), trató de matarla, hiriéndola solamente y matándose él después”
No podremos afirmar o desmentir si la razón de los celos era cierta o producto de una leyenda negra, pero los hechos sí que se produjeron. Lo que no parece cierto es que la familia se fuera de manera inmediata por este hecho (el suceso ocurrió el 21 de agosto y el 30 de agosto aún estaban en Xàbia), ni tampoco que fuera la razón para que no quisieran volver a ella, ya que en la mente de Sorolla siempre estuvo el recuerdo y el pensamiento de hacerlo.
Por ejemplo, el 29 de agosto de 1906 escribe a su amigo Pedro Gil “por eso tan pronto pase el mes de septiembre saldremos para Valencia o Jávea y pasaremos allí los meses de octubre y noviembre” o en abril de 1908, estando solo en Londres para la inauguración de su exposición individual, le escribe a su esposa diciendo: “Maldigo las grandes ciudades, viva Jávea”.
3.- Excursión a la Marina Alta desde Alicante
Pasados los años, tras haber conseguido numerosos triunfos en las exposiciones de Bellas Artes nacionales e internacionales, y haber presentado las exposiciones individuales de París, Londres o Nueva York, Sorolla está sumido en cumplir el encargo que aceptó para Archer Milton Huntington de pintar una serie de paneles para la Hispanic Society de Nueva York que representaran a las Regiones de España. El encargo se realizó en 1911 y lo concluyó en 1919. Este encargo le supondrá a Sorolla estar viajando por toda España para pintar del natural la composición que debía entregar.
Y así llegamos al año 1919. Joaquín Sorolla tiene 53 años, es un hombre cansado y envejecido por las molestias y dolores que le acarrea el haber estado viajando por toda España, sumado a la trayectoria de vida que llevaba pintando y viajando. Desde septiembre de 1918 se encuentra en Alicante para pintar el panel “El palmeral de Elche” y estará allí hasta el 19 de enero de 1919. Con el cuadro terminado, el 12 de enero decide realizar una excursión para llegar a Dénia y Xàbia, recordar esas estancias que le trajeron tan buenos recuerdos y tantos éxitos así como el recuerdo más desagradable de 1905. El relato de este viaje lo escribe en una carta a su esposa Clotilde el 14 de enero de 1919 desde Alicante.
El día 12 salió camino de Benidorm invitado por el senador de la localidad Manuel Orts Cano. Desde aquí cogió el tren camino a Dénia en donde pasó la noche para salir el día 13 hacia Gata de Gorgos. Lo que hizo en esa tarde y su impresión lo relata diciendo: “En Denia subimos al castillo y desde allí vi el colosal golfo de Valencia, una emoción única en su esplendor, Grecia… o lo bello que puede un mortal imaginar. Denia no tiene nada más, es un pueblo que quiere despertar, pero muertas las viñas por la filoxera, todas estas comarcas están muy próximas a la miseria”.
A las once y media de la mañana toman un tren para Gata de Gorgos opinando que “no tiene ninguna importancia”. Esperaba encontrar a su amigo Julio Cruañes Soler, diputado que fue en Dénia y que tanta relación había tenido en sus estancias pasadas en Xàbia pero no le encuentra y alquilan un coche para encaminarse hacia Xàbia. En el camino se cruzan con Cruañes y su tartana “yo no le reconocí (dice), me pareció un señor viejísimo, costándome mucho esfuerzo dominar mi pena, qué lastima” ya que se encuentra con un hombre “enfermo grave, delgado y deshecho”, y eso que Cruañes tenía 63 años, pero de los de antes. Aunque Julio no se comprometía a darles alojamiento en su casa por estar padeciendo gripe, sí les invitó a una comida y en el trayecto “nos encaminamos y mi sorpresa de verme donde tan buenos y malos ratos pasamos, me dejó triste y apenado… pasamos por la casa del crimen y recordamos el susto”. Esa casa en donde acontecieron los hechos que hemos relatado antes en 1905.